Margarita Salas

Hoy hace un año que el mundo de la ciencia en España y en más de medio mundo enmudecía. El corazón de Margarita Salas se paraba para siempre y, con la humildad y discreción que siempre le caracterizó, emprendió su último viaje.
Esta científica de raza, intelectual de denominación de origen y asturiana y española por encima de otros apelativas, dejaba huérfanos a cientos de investigadores que de este a oeste de España y, también, en el resto del mundo, cada mañana al poner los pies en el suelo, tenían en ella, en sus trabajos, en su forma de vida, en su forma de entender la ciencia y las enfermedades, el mejor espejo en el que fijarse.

Margarita Salas, junto a su maestro Severo Ochoa, junto a Ramón y Cajal o Blas Cabrera, es de esa terna selecta de científicos que han pasado a la historia de la ciencia y, en consecuencia, a la Historia de España por todo lo que hicieron en vida y por las consecuencias que día a día sus trabajos y sus investigaciones repercuten en la medicina y en la ciencia.
¿Alguien se imagina hoy día, en medio de esta segunda ola del Covid19, a Margarita Salas en su laboratorio del CSIC, junto a Severo Ochoa y Ramón y Cajal debatiendo acerca de cómo encontrar respuestas para atajar esta pandemia de forma definitiva? A más de uno se le acabarían los argumentos de barra de bar que a diario nos escupe, creyéndose en autoridad moral y científica por ser la cara visible de una institución.
La sociedad está hambrienta de ciencia, pero de ciencia de verdad. De esa ciencia que ofrece respuestas sinceras. No podemos perder la perspectiva que los enfermos crónicos necesitan respuestas, pero respuestas auténticas, sinceras. Respuestas basadas en ciencia, no en argumentos para conformar a los propios enfermos, y taparles la boca.

Margarita Salas fue imprescindible en el CSIC, en la Real Academia Española, en the American Society for Microbiology, en The American Academy of Arts & Sciences, y en cientos de instituciones más. Sus trabajos, su docencia, su pensamiento y su forma de entender la ciencia son eternos.
Margarita Salas hace un año que nos dejó, pero su estela perdurará durante años y años. De eso se están encargando sus discípulos. Su manera de vivir la ciencia sigue vive porque sus trabajos y sus investigaciones siguen de candente actualidad. Igual que lo hicieron Severo Ochoa o Ramón y Cajal. En resumen, Margarita Salas sigue viva en la ciencia. Y si hay dudas, pregunten en el CSIC o en Asturias… por ejemplo.
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