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Violencia institucionalizada con una Policía desbordada y desprotegida

Adelanto unas horas la columna que debería salir mañana por la mañana. Los graves incidentes que sucedieron anoche, especialmente en Madrid y Barcelona así lo exigen.

Fotografía: Facebook

Apenas levantaba yo tres palmos del suelo que ya acompañaba a mi padre al vetusto acuartelamiento de la antigua Policía Armada en la zaragozana calle General Mayandia, hoy sede de Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana.

Desde el principio me acuerdo de aquel patio lleno de los famosos coches zeta, las furgonetas (llamadas en el argot, Avias), y de los coches de los propios agentes arremolinados en los rincones, o aparcados dónde podían, dependiendo de las circunstancias. Lógicamente, la prioridad eran los primeros, y éstos se podían contar por docenas. En otro rincón, los talleres; enfrente, las caballerías, y alrededor de aquel entorno,  balcones de las viviendas de los agentes que vivían en el propio recinto policial. Para ubicarnos, estábamos en la década de los setenta.

También recuerdo más de una vez, de dos y de tres, cómo mi padre me ubicaba en un rincón de ese patio junto a una de las puertas de acceso al edificio. Y con aquella voz que tenía de “mando en plaza” tanto en aquel territorio como de puertas adentro de casa, me conminaba: «¡Ni te muevas de aquí, eh!, pero ni te muevas». Aseguro que el tono de sus palabras y su mirada clavaban en el suelo a cualquiera.

Recuerdo que a los pocos minutos de aquello, aparecía, en perfecta formación, la entonces denominada 4ª CRG (4ª Compañía de Reserva General; conocida en el argot, como los ‘Pegasos’), hoy llamadas UIP (Unidades de Intervención Policial). Y comenzaban los entrenamientos de todo tipo… una preparación muy útil para después, cuando las circunstancias así lo exigieran, que entrenamientos sirviera en sus intervenciones en la calle.

Fotografía: @AragonSup

En más de una ocasión también en mitad de esos ensayos, terminaba la parte representativa, y en menos de 5 minutos se enfundaban la indumentaria correspondiente, cogían el material necesario, y a los coches sirena abierta, con las luces encendidas… En las mayoría de las ocasiones con destino a la ciudad universitaria o alrededores. Los universitarios zaragozanos estaban haciendo de las suyas. En muchas ocasiones, en paralelo a la salida de los Pegaso, salían también unidades de Caballería, y otras dotaciones policiales.

Por aquellos años precisamente vivíamos en las inmediaciones de la ciudad universitaria, muy cerca de la famosísima Plaza de San Francisco. Para ver las carreras entre estudiantes y policías ni teníamos que salir de casa; bastaba salir al balcón a modo de ‘familia Alcántara’ en la serie Cuéntame de Televisión Española, y perfectamente veíamos las algaradas, las carreras, los estudiantes corriendo delante la Policía.

Fotografía: @heraldoes

Y estas situaciones la vi muchísimas veces durante mi infancia y, posteriormente durante, mi juventud. Con los años viví otras situaciones delicadas de orden público por razones profesionales, pero jamás, insisto, jamás,  he vivido situaciones cómo las que han sucedido estos últimos días en distintos puntos de la geografía española, especialmente en Madrid y Barcelona.

Es manifiestamente grave, serio, y delicado los hechos sucedidos ayer. Son hechos sumamente graves porque cuando el resultado de unos incidentes en la calle asciende, a 50 detenidos, 35 policías heridos, y sólo en Barcelona, más de cien contenedores incendiados, la gravedad de los hechos es más que manifiesta.

Fotografía: @LaVanguardia

Espero que a partir de aquí la Justicia haga su trabajo con los detenidos, y rápido, los agentes heridos se recuperen cuánto antes. Confío que  tanto las unidades de UIP de Policía Nacional como los Mossòs se reorganicen bien para que, si se repiten los incidentes, la calle siga siendo de los demócratas, y no de los salvajes. Y con esto no estoy diciendo que ayer ni los días anteriores Policía y Mossòs no estuvieran bien organizados –al contrario-, pero en este tipo de situaciones, y tras el resultado, es normal que el ánimo de nuestra Policía flaquee. Los videos de Youtube hablan por sí solos.

Queda claro que detrás de estas turbas callejeras hay grupos antisistema, anticapistalistas, gente muy joven, muy incultos, muy bravos, extremadamente radicales, muy organizados, con un elevadisimo nivel de impunidad y de jactancia. O sea, grupos que están profesionalizando la violencia, ya desde antes de la mayoría de edad.  No es normal que haya gente que vaya a una manifestación con martillo y con otros instrumentos para picar adoquines y piedra.

Fotografía: @EconoiaED_

Esto nos está diciendo que son grupos organizados y perfectamente adiestrados para la guerra de guerrillas. Y en el fondo les da exactamente igual que sea una manifestación para pedir la libertad de Pablo Hasél, que para pedir que se cultive el arroz… ¡Les da exactamente lo mismo! Su objetivo es el mismo: tomar las calles perfectamente organizados y con una violencia extrema.

Todo esto es extremadamente grave, pero al final va a llevar un camino judicial, tan pronto como la Brigada de Información de la Policía Nacional culmine su trabajo, a pesar de que se haya dejado en libertad sin medidas cautelares a 13 de los detenidos en Madrid. Me parece un gravísimo error por parte de Su Señoría, porque al más puro estilo catalán  “lo volverán a hacer”.

Pero, colateralmente, hay otro problema que ya se vio ayer en el hemiciclo del Congreso, y que es extremadamente grave. Ante los hechos sucedidos, el que uno de los partidos que sustenta el Gobierno no condene los actos violentos y sus miembros salgan en defensa de los manifestantes, a la vez que aprovechándose de su cargo institucional (me da igual que seas vicepresidente del Gobierno que portavoz del grupo parlamentario), lleven de escoltas agentes de policía o guardia civil, me parece de un cinismo y de una hipocresía absolutos.

Igual que me resulta absolutamente impresentable el hecho de que el Presidente del Gobierno no haya condenado los hechos. Hoy tenía que haber aparecido en cualquier acto público –aunque hubiera sido en el Congreso de los Diputados-, y expresar públicamente su condena –que es la del PSOE-, a los actos violento y su apoyo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Pero esta deriva de ponerse de lado, y dejar que la vicepresidenta Calvo se enfrente a los leones no es nueva. Pone de manifiesta la deriva absolutamente indecente a la que nos ha conducido este Gobierno botarate, incongruente, mediocre, y, sobre, fracturado.

Fotografía: @voz_populi

Y en medio de todo, Pablo Iglesias sigue incendiando las calles desde Galapagar, a través de diversos medios. Sus voceros, haciéndole el eco. Echenique y Mayoral no han podido hacer mejor el ridículo y quedar como lo que son: unos perfectos revolucionarios antidemocratas. Pero esto no es grave porque no han engañado a nadie: ni Iglesias, ni Montero, ni Echenique, ni el resto de la banda.

El problema es el propio Pedro Sánchez y está en Ferraz. ¿Hasta cuándo va a seguir aguantando humillaciones y desprecios? ¿Hasta cuándo Sanchez va a tolerar maltratos de sus socios a las Instituciones del Estado, como son la Casa Real, la Constitución, o nuestras Fuerzas Armadas y nuestros Cuerpos de Seguridad del Estado? ¿Hasta cuándo tolerarán desde Moncloa tropelías, dimes y diretes, a cambio de un titular en la prensa nacional?

Ha quedado claro que los experimentos ni con gaseosa. Y el de PSOE-Podemos ha sido un fracaso garrafal ya antes de su nacimiento. Nunca pueden compartir mesa y mantel un partido constitucionalista con otro revolucionario y anticonstitucionalista. Eso es antinatural. Es una anormalidad democrática. Las consecuencias  las pagamos todos los españoles.

Pedro Sánchez, con el cese de Illá,  perdió una oportunidad de oro para haber hecho una jugada maestra en su tablero de Gobierno. Tenía asegurada la legislatura con unos PGE que, nos gusten más o menos, los tiene aprobados, y tiene otros dos temas aprobados en los que no necesita a Podemos ni para que le encienda la luz en su despacho cada mañana: La ley de la Eutanasia y los 140 mil millones del Fondo de Recuperación de la Unión Europea.

Ante esta situación, ¿por qué Sánchez no rompe su pacto de Gobierno con Iglesias, y compone con un Gobierno mucho más reducido, acorde con las circunstancias sociales y económicas que estamos viviendo los españoles? ¿Acaso piensa que García-Page, Lambán o Fernández Vara y le van a poner problemas? Al contrario. Están lo deseando. Moncloa necesita abrir ventanas, sacudir el polvo y ventilar la casa…

Un Gobierno no se puede sustentar con posiciones totalmente dispares, y está claro que España necesita a un Partido Socialista constitucionalista, totalmente cohesionado, fuerte, con una hoja de ruta en condiciones, y sobre todo, sin que nadie en su propia casa le diga lo qué tiene qué hacer, cuándo tiene que hablar y cuando tiene qué callar.  Y es exactamente lo mismo que necesita España del Partido Popular. Son los dos únicos partidos que pueden dar estabilidad a España.

Fotografía: @LaVanguardia

El Presidente del Gobierno de España no puede ser rehén de sus propios ministros, menos todavía de quienes alientan en la calle, y en twitter, manifestaciones y algaras públicas. Y su silencio, es presa de su propia complicidad. En resumen, una vergüenza absoluta que no corresponde con el Partido Socialista de Felipe González y del malogrado Pérez Rubalcaba.

Veremos cómo acaba, y estamos pendiente de la tensión que a esta horas se estas horas ya se cociendo en Valencia. Las primeras algaradas ya se han producido. Me temo que detrás llegarán otras en Madrid. Barcelona y otros puntos de España.

Espero que nuestra Policía, de la forma tan profesional que siempre hace su trabajo, mantenga el orden en las calles españolas para que esta gentuza no se salgan con la suya.

Qué los agentes heridos se recuperen hoy mejor que mañana porque los demócratas les necesitamos.  La violencia no conduce a nada y cuando el personal rompe los limites de los valores constitucionales a través del terror organizado en nuestras calles, la respuesta debe ser doble y sin tonterías. En una primera instancia, contundente, en el plano policial para restituir el orden en las calles, y a continuación, también categórico en el plano judicial. Quien se pase un pelo en la calle, “al trullo” –utilizando el lenguaje policial- durante una buena temporadita y además que pague los desperfectos de mobiliarios urbano. Al personal hay que espabilarlo y meterlo en cintura con o sin anestesia. A elección cada uno.

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