Un ‘pata negra’, un 5 Jotas de la política gijonesa

Hay personas que nacen con el gen de la investigación, y se las ingenian desde niños para encontrar respuestas a todas las preguntas que se agolpan en su cerebro, especialmente aquellas que dan respuestas al día a día del ser humano; otras nacen con el don de la generosidad y la colaboración humanitaria, y te las encuentras en todos «charcos» del mundo, sean éstos bélicos, ecológicos o de la condición que sea; otros nacen con el don de crear historias, bien en la ‘hoja en blanco’, en la partitura o en el lienzo. Son grandes creadores de cualquier manifestación artística.
Otros, por el contrario, nacen con el ‘toxina’ de la política en sus venas, y son grandes políticos. Hombres y mujeres que hacen de la política su forma de entender la colectividad y construir una sociedad mejor, siempre bajo el paraguas del diálogo, la escucha, la moderación, el compromiso, la generosidad, y poniendo a las personas en el eje central de sus acciones.
Mi mejor amiga siempre dice que «las casualidades no existen», y posiblemente lleve razón. Precisamente el próximo lunes se cumplirá un año que Cristina Villanueva Arandojo, actual secretaria general del Partido Popular de Gijón, concedió su primera entrevista al diario El Comercio, tras su nombramiento, por el Presidente Pablo González. Coincidiendo con esa entrevista, publiqué en este mismo espacio un artículo titulado «Ilusión, ganas y mucha frescura».

Éstos han sido, y continuando siendo, los ingredientes esenciales que ha traído a la política gijonesa la junta directiva del Partido Popular a los mandos de Pablo González y Cristina Villanueva. Después de un año de mandato, hubo alguna tormenta que otra, pero no afectó a la embarcación. Al contrario, sirvió para quitar trastos viejos y renovarlos. En la vida conviene de vez en cuando abrir las ventanas, sacudir el polvo, y deshacerse de todo aquello que ya caducó y no sirve.
Conforme pasan las semanas y los meses, la política sigue en la calle. Es la única manera que ambos entienden de hacer política de verdad, estando al lado de los vecinos, escuchando las demandas de los gijoneses, sea cual sea su condición social y económica. Lo dije el año pasado en el artículo al que me refería antes, y me reitero ahora. La vieja política de puertas adentro de los partidos, en el que nadie sabe que hacen porque el político de turno no pisa la calle, ya no existe. Es verdad lo que decía la secretaria general del Partido Popular de Gijón: «hay que gastar suela de zapato». Y en eso nadie puede darles clases a ninguno de los dos. Hacen un tándem perfecto. Experiencia en la política y en la vida unidas a la frescura, las ganas y la juventud son el mejor elixir. El mejor equipo. Hoy y el año próximo especialmente.

El pasado mes de febrero el Partido Popular sufrió un colapso, que tuvo que ser controlado de urgencia para evitar daños colaterales de otras dimensiones. A consecuencia de eso, este fin de semana el partido se ha reseteado en Sevilla, y ha comenzado con «Ilusión, ganas y mucha frescura». Efectivamente, Covi tenía razón porque en medio de este reinicio, el viernes pasado, cuando el Presidente electo Alberto Núñez Feijóo anunció los nombres que proponía como vocales para el nuevo Comité Ejecutivo Nacional y pronunció el de «Pablo González Menéndez» no tengo que decir que solté un taco, mezcla de satisfacción, orgullo, alegría, y mil sentimientos más… aunque haciendo un ejercicio de sinceridad, he de reconocer que desde hace varios días me invadía una intuición de qué la “delegación gijonuda” iba a darnos alguna buena nueva. Pero como en otras muchas ocasiones, estaba plenamente convencido de que Pablo González era el único que tenía todos los boletos del bombo para llevarse un premio de los gordos. Y esta vez tampoco me he equivocado.
Es el mejor premio que pudiera tocarle a él personalmente y a toda la familia del Partido Popular de Gijón. Es su gran salto a la política nacional. Le avala su trayectoria, su experiencia, su forma de hacer política, y, en un plano más personal, como diría mi madre, además, tiene «muy buen caldo».
Puedo dar fe de estos argumentos, aunque quizás algunos pueden adelantarme. Pero únicamente voy a ceñirme a lo que conozco, que es bastante más de lo que algunos creen (principalmente porque a uno le avala su calva y su hoja de servicios en LinkedIn).

Conozco a Pablo González hace unos cuántos años. Siempre me ha demostrado ser un político con mayúsculas, en dónde los intereses de los gijoneses son el eje central de sus políticas, por delante de las siglas que abraza. Pablo es de estos pocos políticos que siempre van con la luz larga encendida, que ven más allá de las necesidades más primarias, dialogante, moderado, siempre respetuoso, y con una visión muy clara de lo que necesita Gijón y, lógicamente Asturias. Como dijo hace poco, Teresa Mallada, la presidenta regional del Parido Popular de Asturias: «Pablo González es un negociador nato», y esta cualidad debe ser una de las principales hojas de ruta de cualquier cargo institucional y de cualquier persona que quiera dedicarse a la política. Dicho de otro modo, Pablo González es un político fiable y, como diría mi amigo Lisardo de Felipe, «útil». Sí, útil, porque habitualmente nos tropezamos con un buen número de políticos inútiles (en el amplio sentido de la palabra).
Precisamente en una entrevista que hoy publica el diario El Comercio él mismo lo dice muy claro; como siempre, vamos: «Para ganarse el voto, primero hay que ganarse la confianza de las personas». Efectivamente, en Gijón ya hay mucha gente que se ha ganado la confianza del Partido Popular y, por tanto, la suya, aunque hay que seguir haciendo camino, que diría Machado.

Lo comentó bromeando nuestra Presidenta regional, Teresa Mallada en una ocasión, cuando decía que ‘ir por la calle en Gijón acompañada de Pablo González le suponía llegar tarde a todos lados, porque a Pablo le conocía todo el mundo, y le paraba todo el mundo’. Así se concibe la política hoy día, pegada al ciudadano, a sus problemas a sus necesidades. En resumen, pegada a la calle. Y en esto, y en otras muchas cosas, a Pablo nadie puede darle lecciones.
Pablo González posee otra cualidad incuestionable e innegable. Ese modo que tiene de entender la política, esa forma de regatear por la banda del terreno de juego, y arrancar una jugada maestra con una solución y una decisión magnificas, prácticamente antes que ningún otro. Ese olfato para la política… ese modus operandi… solo está sellado en el ADN de Pablo González, y, por tanto para el Partido Popular de Gijón . Es un valor que no cotiza en bolsa, pero si puede hacer mucho daño en el espectro político gijonés porque cuando algunos políticos quieren ir, él ya está de vuelta. Dicho de otra forma, él tiene la virtud, ante problemas o ante situaciones complicadas de adelantarse, negociar, y encontrar una solución, y anunciarla, anteponiéndose a otros partidos. Como dice la canción de la cantante Chenoa «Cuando tú vas, yo ya vengo de allí». Pues eso…

Eso se pudo vivir en Gijón el pasado verano, cuando la alcaldesa, en un arrebato de los más radicales y soberbios que cualquier político puede adoptar, anunció que se suspendía el contrato con la empresa de la plaza de toros de El Biblio. Todo porque a ella no le gustaban los nombres de dos astados. Pablo González no se lo pensó ni medio minuto. Organizó, junto a la estructura interna del partido, una campaña de recogida de firmas a pie de calle. Pero también organizó una campaña para recoger firmas a través de una plataforma digital.
En muy pocos días, el revulsivo fue absoluto. La opinión pública gijonesa (y foránea porque aquellos días la ciudad estaba a rebosar de turistas) se posicionó del lado que se tenía que posicionar. Pero la guinda del pastel la puso él. No era una campaña de firmas a favor de la fiesta nacional. Era una campaña de firmas a favor de la libertad en Gijón. Si entonces estaba amenazado el sector taurino, posteriormente lo ha sido el sector de la discapacidad con la ordenanza de movilidad, o el colectivo de coches antiguos… Es decir, Pablo González tiene esa habilidad para hacer un chasquillo de dedos rápido, ágil y efectivo, activando a su equipo mientras otros andan en sus cuitas internas.

No cabe ninguna duda que este salto de trampolín como miembro del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Popular es un salto de calidad. Como dijo hace poco tiempo el Presidente del Gobierno José María Aznar «un buen líder se tiene que rodear de los mejores». Han acertado plenamente el Presidente Núñez Feijóo y a la Presidenta Mallada al proponerle para el Comité Ejecutivo Nacional, a los que aprovecho desde aquí para felicitarles y agradecerles este nombramiento. No cabe ninguna duda, que Pablo González es de lo mejor de la política gijonesa, ¡y además preside el Partido Popular de Gijón! Poco más puedo añadir. Como dirían los sevillanos es un ‘pata negra’, un 5 Jotas de la política gijonesa que dará muchos titulares en la política gijonesa. (de momento)

Me reitero. Una vez más tengo que darle la razón a Covi. Tenía toda la razón del mundo. Las casualidades no existen. Si hace un año por estas fechas, ocupaba este espacio la que es la secretaria general del Partido Popular de Gijón, con ilusión, ganas y mucha frescura, hoy, un año después, este espacio está dedicado a quien tiene la experiencia y ese olfato único para la política con mayúsculas que tanto necesita Gijón. Es decir, entre los dos juntos son el tándem más que pluscuamperfecto. La única solución posible para que dentro de poco más de un año, los gijoneses tengan un gobierno municipal honrado, serio, eficaz y decente. La cuenta atrás ha empezado.
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