La Aljafería, mezcla de aromas de Historia y parlamentarismo

Fotografía: @heraldoes

Ha llovido mucho desde el momento en que el entonces Príncipe de Asturias pusiera la primera piedra de la restauración del palacio de la Aljaferia en Zaragoza, hoy sede autonómica de todos los aragoneses.

El pasado miércoles, Su Majestad Felipe VI cruzó el umbral del palacio nuevamente para recordar aquella gesta de hace veinticinco años, cuando se estaba formando en la Academia General Militar. Era la primera vez que, en época democrática, un Rey de España visitaba la Aljafería. Y allí estaban todos, al margen de siglas e ideologías. Como debe ser. Un ejemplo. Aragón siempre lo fue y lo será. Que nadie se olvide que es tierra de alianzas por excelencia, sin firmas, sin notarios. Basta la palabra.

El palacio de la Aljafería es un edificio fortificado construido en la segunda mitad del siglo XI por iniciativa de al-Muqtadir como residencia de los reyes hudíes de Saraqusta.

Fotografía: @aragonturismo

Este palacio de recreo (llamado entonces Qasr al-Surur o ‘palacio de la Alegría’) refleja el esplendor alcanzado por el reino taifa en el periodo de su máximo apogeo político y cultural.

Su importancia radica en que es el único testimonio conservado de un gran edificio del arte hispanomusulmán de la época de las taifas. De modo que, si se conserva un magnífico ejemplo del califato de Córdoba, su mezquita (siglo X), y otro del canto de cisne de la cultura islámica en al-Ándalus, del siglo XIV, la Alhambra de Granada, se debe incluir en la tríada de la arquitectura hispanomusulmana el palacio de la Aljafería de Zaragoza (siglo XI) como muestra de las realizaciones del arte taifa, época intermedia de reinos independientes anterior a la llegada de los almorávides. Los «restos mudéjares del palacio de la Aljafería» fueron declarados individualmente Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986 como parte del conjunto «Arquitectura mudéjar de Aragón».

Fotografía: @Youtube

Tras la reconquista de Zaragoza en 1118 por Alfonso I el Batallador pasó a ser residencia de los reyes cristianos de Aragón, con lo que la Aljafería se convirtió en el principal foco difusor del mudéjar aragonés. Fue utilizada como residencia regia por Pedro IV el Ceremonioso (1319-1387) y posteriormente, en la planta principal, se llevó a cabo la reforma que convirtió estas estancias en palacio de los Reyes Católicos en 1492. En 1593 experimentó otra reforma que la convertiría en fortaleza militar, primero según diseños renacentistas (que hoy se pueden observar en su entorno, foso y jardines) y más tarde como acuartelamiento de regimientos militares. Sufrió reformas continuas y grandes desperfectos, sobre todo con los Sitios de Zaragoza de la Guerra de la Independencia hasta que finalmente fue restaurada en la segunda mitad del siglo XX.

Fotografía: @heraldoes

En su origen, la construcción se hizo extramuros de la muralla romana, en el llano de la saría o lugar donde los musulmanes desarrollaban los alardes militares conocido como La Almozara. Con la expansión urbana a través de los años, el edificio ha quedado dentro de la ciudad, y se ha podido respetar a su alrededor un pequeño entorno ajardinado.

Como se puede observar, un edificio que es historia viva de la ciudad y de la región.

Pero si damos un salto en la Historia desde la época musulmana hasta la etapa autonómica en pleno siglo XX, este edificio, noble y amable, cercano y ampuloso, se encuentra intrínsecamente ligado a nombres de la más reciente Historia de Aragón. Hombres y mujeres que, como diría el periodista Lisardo de Felipe, han sido y son, «hombres útiles».

Fotografía: @periodicoaragon

Me refiero a Antonio Embid, Luisa Fernanda Rudi, Santiago Lanzuela, José Maria Mur, Emilio Eiroa, Ángel Cristóbal Montes, Francisco Pina,  Antonio Cosculluela, Juan Montserrat. Javier Sada, Juan Antonio Bolea, Gaspar Castellanos, Santiago Marraco. Hipólito Gómez de las Roces, Marcelino Iglesias o Javier Lambán… hombres y mujeres que con su esfuerzo, tesón y compromiso fueron hilando la mejor Historia de Aragón. La de ayer, la  de hoy y la de mañana. Siempre con un mismo denominador común: un Aragón mejor.

Fotografía: @heraldoes

Y no le faltaba razón, el pasado miércoles, al propio Presidente de las Cortes, cuando señalaba, en presencia de Su Majestad, que «la Aljaferia es el mejor legado que tenemos los aragoneses (entre los que me incluyo) para entender de dónde venimos y cómo somos».

Sin duda, el palacio de la Aljaferia es sinónimo del mejor parlamentarismo. Pero, sobre todo, es la representación de la mejor Historia de una comunidad que abrazada a un rico pasado, mira al espejo de este palacio para mantener una senda de futuro. Un futuro, como siempre, de pacto y de palabra.

Impactos: 10

José Ángel Jarne Navalón

Una web para hablar de actualidad, desde la moderación, abordando todos los temas del presente: desde la política a la cultura, desde la Historia al periodismo, desde la reflexión personal hasta la literatura y el arte,... Soy profesional de protocolo y eventos. Mi actividad también se desarrolla en el ámbito de la comunicación, especialmente en la comunicación política, cultura y sanitaria.

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad
A %d blogueros les gusta esto: