Yasine Kanjaa, un psicótico que no podía, ni debía, estar en libertad

El miércoles por la noche, España entera se conmovió ante un terrible suceso cometido en Algeciras. Un muerto y, al menos, un herido grave a manos de un perturbado –sí, digo bien, un perturbado-, de origen islamista que no podía, ni debía estar en libertad, y menos en España.
Yasine Kanjaa este miércoles cogió un alfanje -una especie de sable de hoja ancha y curva-, se atavió con una chilaba negra y sembró el pánico en Algeciras. Minutos más tarde fue detenido tras matar a machetazos al sacristán de la iglesia de Nuestra Señora de La Palma de Algeciras y agredir gravemente al sacerdote de la parroquia de San Isidro. El lunes declarará (se supone) ante la Audiencia Nacional. Nuestro ‘héroe’ nació en Marruecos hace 25 años.

Llegó a la ciudad de Algeciras este verano y tenía abierto un expediente de expulsión por situación irregular desde junio de 2022, aunque no figuran antecedentes penales ni por delitos de terrorismo, ni en España ni otros países aliados. No estaba con anterioridad bajo seguimiento por agentes de los Servicios de Información o de otros grupos policiales, «ni en los últimos días ni anteriormente».
Hasta aquí los hechos policiales y legales.
No cabe duda de que estamos ante un tipo solitario. Lo que en Psiquiatría tan acertadamente se denomina «lobo solitario». Pero el tratamiento que se debe dar al lobo solitario es importante. No en vano, Los lobos solitarios operan individualmente “o en grupos tan pequeños que logran pasar bajo el radar de las fuerzas antiterroristas”, alerta en un informe el Grupo Soufan, una consultora estadounidense de seguridad: “Desde un punto de vista antiterrorista, estos sospechosos son invisibles”.

“Ni el mejor servicio secreto del mundo es capaz de desarticular la acción de un lobo solitario”, sentencia en un artículo en el Jerusalen Post el israelí Yossi Melman, experto en seguridad. “Se pueden infiltrar agentes, vigilar mezquitas, pinchar teléfonos y hackear ordenadores. Pero es imposible meterse en la cabeza de una persona que un día decide convertirse en terrorista”.
Sin embargo, en España sí se metió en la cabeza de estos lobos solitarios, de la incomprensibilidad de sus crímenes y de su imprevisibilidad, el Profesor José Antonio García-Andrade. En el año 1982 publica el libro: «Raíces de la violencia. Un estudio sobre el mundo del delito». En este volumen disecciona con la maestría que le caracterizaba la incomprensibilidad y la imprevisibilidad del delito psicótico.
En este sentido, señala muy acertadamente que ante lo imprevisto no cabe prevención, no es posible protegerse, y éste es uno de los rasgos más comunes del delito del enfermo mental, que surje sin historia previa, aunque ello no sea así para el enfermo propiamente dicho, el cual puede llevar tiempo atormentado por la “imposición” de sus ideas patológicas. Para el doctor García-Andrade, ello significaba que el delito del enfermo mental era un síntoma más de su cuadro clínico. Precisamente esto se convierte en incomprensible a los ojos de la sociedad; y ello aumenta más, si cabe, el temor porque se escapa a la comprensibilidad. Asusta.
Para el ser humano los dos grandes misterios de la vida son la locura y la muerte.

El doctor García-Andrade señala en su libro que la incomprensibilidad es, sin duda, uno de los rasgos más importantes del psicótico, de tal forma que cuando estamos en presencia de lo incomprensible casi siempre estamos ante un enfermo mental. Es incomprensible aquello que no tiene historia, aquel hecho psicótico que no lo podemos derivar de otro hecho psíquico anterior, lo inderivable psicológicamente. (…)
Y en el mismo volumen, el conocido psiquiatra forense también hacía referencia a la violencia psicótica. Otra de las características del delito del enfermo mental es su violencia, de tal manera que su delito es casi siempre de sangre en sus formas más graves: homicidios, asesinatos múltiples, parricidios. Es excepcional, por ejemplo, el robo en los enfermos mentales, y si se da no es sintomático, sino coincidente. Precisamente esta violencia es una de las razones por las que surje el temor ante estos hechos, ya que la violencia puede llegar en ocasiones a cotas muy elevadas.

Si leemos detenidamente el análisis psiquiátrico y psicótico que hacía ya, a principio de la década de los años ochenta, el doctor García-Andrade, nos daremos cuenta que es la perfecta descripción de Yasine Kanjaa. Varios datos lo confirman. Sus compañeros del “piso patera” lo tachan de huraño, y había sido expulsado de la mezquita del Puerto de Algeciras, según ha declarado a los medios de comunicación su imán Omar Khemlani.
Pero ante esta situación, también es importante otra reflexión. Será la Justicia quien tenga la última palabra. Sin embargo, ante la gravedad de los hechos, cabe preguntarse qué está fallando en nuestra sociedad y por qué en nuestro sistema un individuo con un expediente de expulsión abierto por situación irregular no está vigilado y controlado.

Pero, ¡atención!, no estoy responsabilizando a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado ni a las autoridades judiciales, que bastante tienen sobre sus espaldas. Nuestro sistema tiene grietas importantes cuando se da lugar a que ‘llaneros solitarios’ como Yasine Kanjaa campen por libre sin respetar nuestra cultura y previsiblemente con carencias psíquicas muy graves. Urge prevenir a la sociedad. Hoy mejor que mañana. Me temo que, por desgracia, Yasine Kanjaa, no será el último.
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