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Más de veinte mil millones…de kilos de desprecios

Hace pocos días, iban goteando, como lluvia fina, todos los grandes bancos españoles ante los medios de comunicación para dar a conocer sus beneficios del año 2022.

Fotografía: @BancoDeEspana

Entre todos han sumado la módica cifra de más de veinte mil millones de euros. Un verdadero escándalo. Sí, un escándalo con mayúsculas. Es una auténtica vergüenza que, con la con la que está cayendo afuera, entre seis bancos arrastren esos beneficios brutales, especialmente cuando la inflación está tan alta y la cesta de la compra sigue estando tan disparada.  Dicho de otra manera, estamos ante veinte mil millones…de kilos de desprecios, ya que las entidades financieras desprecian habitualmente a sus clientes, especialmente a la tercera edad y al mundo rural.

Es una cuestión que se resquebraja de arriba abajo, de norte a sur.

En el modelo de sociedad en el que estamos evidentemente es absolutamente necesario disponer de una red de entidades financieras como instrumento económico y social para respaldar el día a día de los ciudadanos pero también de empresarios, autónomos, comerciantes, y pensionistas. Pero esto no es patente de corso para que actúen libremente y cobren esas cantidades astronómicas en beneficios y otras tan brutales como las anteriores, en comisiones absurdas.

Fotografía: @InfoHelpMyCash

Y a todo esto hay que añadir otra cuestión social importante. El desprecio al que últimamente están sometiendo las personas ‘analógicas’, especialmente a las personas de tercera edad y personas con discapacidad limitando los horarios de oficina, reduciendo considerablemente la atención presencial, eliminando oficinas, y obligando a digitalizarse a personas que nunca tuvieron ni cultura digital, ni tienen posibilidad de serlo por diversas circunstancias.

Y todo esto, además, está cocinado con un buen caldo el de los empleados de banca, que en términos generales se han puesto de perfil (intuyo que para garantizar que nadie les mueva la silla), y callan y otorga.

Según datos del Banco de España, en el año 2021 las entidades financieras contaban al cierre del año con cerca de ciento setenta mil trabajadores. Nos imaginamos por un instante, qué pasaría en España si por una vez se uniesen todos los trabajadores de las entidades de depósito e hicieran un frente común ante estos atropellos tan kafkianos.

Como decía el pasado fin de semana Carlos Mazón, presidente del Partido Popular de la Comunidad Valenciana, «no puede ser…».

Fotografía: @dipuAlicante

No puede ser… que haya entidades financieras que sólo abran en horario de mañana. Deberían tener horario continuado o, en su defecto, horario de mañana y tarde, como ya tiene alguna en concreto.

No puede ser… que cobren comisiones desorbitadas por descubiertos a clientes habituales porque con esta actitud la entidad financiera echa por tierra su reputación. Para cualquier marca, su primer objetivo debería ser siempre la correcta atención al cliente.

No puede ser… que se cobre 9 € por una transferencia… e incluso hasta 30 €. Estamos hablando de un simple movimiento de dinero de una cuenta a otra.

No puede ser… que una entidad financiera cobre 15 € por mantenimiento de una cuenta bancaria. ¿Mantenimiento de qué…? ¿Qué hay que arreglar las paredes de la cuenta o hay que cambiar los techos, o poner luces led en la cuenta? Es que es tan surrealista y de tener tan poco nivel profesional ni humano, que no hay por dónde cogerlo…

No puede ser… que las entidades financieras tengan horarios limitados de atención en caja. La atención en caja debería ser durante todo el horario que permaneciese abierta al público.

No puede ser… que se cierren oficinas bancarias de manera indiscriminada obligando a las personas, especialmente a nuestros mayores a ser obligatoriamente digitales.

Fotografía: @simpleeconomia_

No puede ser… que en muchos núcleos rurales no haya una entidad financiera, ni siquiera un cajero automático. Si queremos combatir la despoblación, tenemos que facilitar los servicios para que las personas se asienten en esas poblaciones tan necesitadas de vida.

No puede ser… que una persona con una discapacidad física o una enfermedad sobrevenida, o un mayor que viva solo y no tenga acceso a banca electrónica, se queden sin hacerlo por no poder acudir a su entidad financiera. Los bancos y cajas de ahorro deberían activar mecanismos para que “el banco acuda a esos domicilios”. La empatía es fundamental en esta vía. Los bancos, hoy por hoy, no lo son.

No puede ser… lamentablemente hay demasiados aspectos en el sector que no pueden ser, y que necesitan una transformación integral, y un cambio de raíz.

Fotografía: @LaVanguardia

Si las entidades financieras son absolutamente necesarias, una sociedad tan avanzada como la nuestra,  no puede permitirse el lujo de que se orquesten campañas como la que puso en marcha el año pasado Carlos San Juan, «Soy mayor, no idiota». Efectivamente, nuestras entidades financieras tienen que ser empáticas con sus clientes, y especialmente con las personas analógicas que son muchas de las que nos parecen. La empatía y la dignidad son esenciales, aunque las cajas de ahorro y los bancos miren para otro lado.

Y efectivamente, como bien señaló en una entrevista que el propio Carlos San Juan concedió al diario El Español, «dependemos de ellos para todo porque cobramos pensiones, pagamos facturas… ».

Fotografía: @Economia_3

Por eso, el sector financiero no puede ponerse de perfil. Tampoco sus trababajadores en su conjunto. Tienen una gran responsabilidad sobre sus espaldas de dentro a fuera. De abajo a arriba.  Resolver estas cuestiones más pronto que tarde, y dar soluciones efectivas, rápidas, humanas, comprometidas y empáticas. Justamente todo lo que no está sucediendo en la actualidad.

Y por cierto… ese compromiso al que las entidades financieras se comprometieron con la Vicepresidencia primera del Gobierno y Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital con el fin de implantar un protocolo mediante el cual se garantizaba la atención de colectivos vulnerables, ¿dónde está? ¿alguien sabe algo? Una desfachatez más. Y llevamos… “ni se sabe”.

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