Lealtad y respeto, valores que escasean
La lealtad y el respeto son dos armas imprescindibles que el ser humano debería usar siempre en cualquier aspecto de su vida. Son la antesala de la honestidad y de la decencia, a pesar de que para algunos estos valores estén caducados. Igual hay que replantearse si lo que verdaderamente ha caducado son ellos mismos como personas… Probablemente sí.

Zygmunt Bauman fue un sociólogo y filósofo polaco de origen judío, que falleció en 2017. En 2010 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
En el año 1995 publicó el libro «Modernidad liquida». En él habla de la postmodernidad. Y hace una comparativa entre un líquido y un sólido, y cómo se comportaba la sociedad antes y ahora. En este sentido, la sociedad sólida se sitúa en un espacio definido, como forma estable e inamovible, mientras que la sociedad líquida (como la actual) nunca tuvo un espacio definido, tuvo una forma cambiante con sucesivos cambios de lugar.
Según Bauman, antes todo estaba creado para perdurar en el tiempo; por ejemplo, un juguete se heredaba de generación en generación mientras que actualmente cada generación que irrumpe los acostumbramos a que estrenen su nuevo juguete. Y lo mismo sucedía con los hogares. En un mismo hogar podían convivir varias generaciones… Con el trabajo sucede lo mismo. Antes, cuando se acaban los estudios, una persona accedía a un puesto de trabajo y en él continuaba hasta su jubilación. Hoy, que una persona cada equis numero de años vaya cambiando de actividad profesional es algo normal.

Al igual que también consideramos normal que a las personas las valoremos no por su especialización o profesionalización, sino por todo lo que es capaz de hacer. Toda una transformación líquida de nuestra sociedad.
En el acto de entrega del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades dijo: «Rasgar el telón, comprender la vida, ¿qué significa esto?, Nosotros, los seres humanos, preferiríamos habitar un mundo ordenado, limpio, y transparente, donde haya, bien, mal, belleza y fealdad, verdad y mentira, y que estén nítidamente separadas entre sí, donde jamás se entremezclen, para poder estar nosotros seguros de cómo son las cosas, hacía donde ir, cómo proceder. Soñamos con un mundo donde las valoraciones puedan hacerse, las decisiones puedan tomarse sin la ardua tarea de intentar comprenderlas. De este sueño nuestro, nacen las ideologías, esos gruesos telones que hacen que miremos sin llegar a ver».
El discurso completo en la ceremonia de los Premios Princesa:
(Fuente: Fundación Princesa de Asturias)
Las ideologías son la herramienta que nos permiten identificarnos con nuestro pensamiento y nuestra propia filosofía. Son la forma que tenemos de entender la vida y el mundo. Esto es uno de los grandes valores de la sociedad, porque sin ideologías no hay políticos.
Hoy tenemos muchos políticos que son muy mediocres, y a los que son muy buenos, el propio aparato del partido les arrincona de forma torticera e injusta, catapultando a los inútiles. El politólogo Pablo Simón habla de las tres características que debe tener un buen político. Merece la pena escuchar sus palabras:
(Fuente: El Cuarto Programa)
Magnificas palabras de Pablo Simón.

Define con gran maestría que ingredientes debe tener un buen político, e incluso me atrevería a señalar quienes, en la estructura orgánica de los partidos, abrazan a la política como salida personal o profesional. Pero a estos tres ingredientes les añadiría dos más, que perfectamente podrían ir implícitos en el de la mesura: lealtad y respeto.
Hoy más que nunca, en la vida de los partidos políticos se necesita unas inmensas dosis de lealtad y respeto. En muchos hogares se huele a cuitas internas, patadas y navajazos con un único fin: quitar de en medio a los buenos y aupar a los mediocres. No sé muy bien, porque no tiene sentido alguno. Pero es la realidad. Triste realidad que nos rodea, amparándose en falsos mitos que sólo buscan la diana de los mejores.
Lo sensato, lo bueno, lo honesto, lo decente, lo honrado en cualquier escenario de la vida es trabajar desde el respeto y desde la lealtad. Pero los que han hecho de la política su diván, esta música no les suena bien. Se sienten más cómodos interpretando ‘el vals de la pantomima’ y ‘la polka de la traición’. Están más cómodos en la guerra de guerrillas, incendiando las calles, y buscando el conflicto continuamente. Premiar a anodinos sólo con el objetivo de que los buenos no tengan éxito es más viejo que la Biblia, pero es la hoja de ruta exclusiva de los más zafios y cerriles. Denota muy poca mesura, y no carecer ni un ápice de lealtad ni de respeto.

Quedan cuatro días para las elecciones autonómicas y municipales, y se presenta un espectáculo bochornoso. En muchas casas se ha dinamitado cualquier atisbo de respeto y lealtad por lo logrado, por el esfuerzo, los hitos alcanzados, y los que podrían venir. Resulta más que evidente que la lealtad, el respeto y el compromiso se han pulverizado pulverizados. ¿Qué queda? Muchas dosis de desvergüenza y muy pocas de honestidad y de honradez. Pero las personas tenemos memoria. Que nadie se olvide.
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