La Guardia Civil, ejemplaridad.. ayer, hoy y siempre.
Cuando en marzo de 1844 se creó el Cuerpo de la Guardia Civil por Francisco Javier Girón y Ezpeleta, II duque de Ahumada ni soñaría que 179 años después un general del cuerpo se iba a ver mezclado en una trama de corrupción en donde el dinero, la prostitución y las drogas caminarían desbocadamente sin control.
Si cualquier caso de corrupción produce vergüenza, hastío, decepción y hasta sentimientos de indignación, los casos como el de ‘Tito Berni” en el que hay implicado un miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, la decepción aún es mayor. Los miembros de la Policía Nacional y de la Guardia Civil – como lo de los tres Ejércitos- deben ser ejemplares en su comportamiento. Como dice Carlos Mazón, Presidente del Partido Popular de la Comunidad Valenciana, «no puede ser…».
No puede ser que un general de la Guardia Civil, al que se le supone que el honor es uno de sus principales valores, se manche en un caso de corrupción. No puede ser que un agente se vea implicado en un delito por pequeño que sea. No puede ser. Bajo ningún concepto.
Año tras año, en numerosas encuestas (incluida la tan manoseada del CIS) para el común de los mortales de los españoles, la Guardia Civil es una de las instituciones mejor valoradas. Sus casi 180 años de servicio ininterrumpidos a nuestro país, defendiendo siempre la legalidad establecida; su proximidad a los ciudadanos; sus altos índices de eficacia policial, que la sitúan entre los cuerpos más resolutivos del mundo; e, incluso, su carácter militar, con valores asociados de abnegación, obediencia y lealtad.
Y, cómo no, su capacidad de sacrificio, tal y cómo indicó en una ocasión S.M. el Rey Felipe VI: «Cerca de 6.000 guardias civiles han fallecido en acto de servicio desde la creación del Instituto Armado hasta nuestros días, una desgarradora realidad que nos despierta los más hondos sentimientos de gratitud y emoción». De ellos, 243 guardias civiles han sido asesinados en actos terroristas.
Sin embargo, contrasta este enorme aprecio ciudadano con esa cierta impopularidad que tuvo durante algún periodo histórico y que tan bien explicaba el eminente periodista Julio Camba en su libro ‘Haciendo República’: «La Guardia Civil era exacta, era honrada y era insobornable… La Guardia Civil era una de las pocas cosas que funcionaban bien en España. De aquí su impopularidad».
El gran éxito histórico de la Benemérita radica en una conjunción de valores que, desde su fundación, han alentado el espíritu de todos sus miembros, y que quedan plasmados en todos los símbolos y reglamentos que han ido constituyendo la historia del Cuerpo: emblema, himno y su famosa “Cartilla”, aprobada por Real Orden de 20 de diciembre de 1845.
Precisamente estos valores son los que chocan con las actitudes como las del general Francisco Espinosa. Una persona que ha consagrado su vida al Cuerpo Armado y que, ya en la etapa del descanso (de la jubilación) podía presumir de una honorable hoja de servicios. Sin embargo, puede acabar, quizás, con un futuro tan incierto como oscuro. No puede ser.
Estamos hablando de valores, de honor, de respeto… Sin más. A pesar de que a algunos que ya han alcanzado el generalato se le haya olvidado que son esos valores, y ahora prefieran enredar con lo peor de cada casa. Una vergüenza y una afrenta con mayúsculas.
Como he dicho antes, la Guardia Civil es la institución mejor valorada por el conjunto de los españoles, Deseo que siga asi durante muchos años. Su más que brillante hoja de servicios, y su trayectoria son su mejor aval. Pero, en este caso, sorprende el silencio sepulcral, deliberado y zafío de la directora general del Cuerpo, María Gámez. ¿Por qué no ha salido condenando lo sucedido y poniendo en su sitio al general golferas? Los casi noventa mil miembros, y sus familias, están esperando sus palabras como agua de mayo. María Gámez les debe unas palabras de afecto, solidaridad, y respeto. De paso, los españoles tambien.
Pero, a la vez las familias de los casi doscientos cincuenta guardias civiles caídos asesinados por la banda terrorista ETA están esperando unas palabras de la directora general. Se trata de defender el honor, la dignidad y la ejemplaridad de estos héroes. Claro, que es posible que el Gobierno no sepa conjugar estos verbos. Pero en ese caso, la hecatombe ya es definitiva. La duda es saber si este fracaso ya definitivo se va a transformar en una metástasis.
En cualquier caso, el honor y la ejemplaridad de la Guardia Civil quedará muy por encima de sus gestores siempre. Ayer, hoy, y mañana. Es su ADN. Y el de sus más que honrados miembros.
Impactos: 1
Para comentar debe estar registrado.