Recordando a Félix Rodríguez de la Fuente
La fecha del 14 de marzo está intrínsecamente unida a la de Félix Rodríguez de la Fuente.

Fue un 14 de marzo (de 1928, en Poza de la Sal, Burgos) cuando nació. Y fue otro 14 de marzo, 52 años más tarde, en Shaktoolik -Alaska- cuando falleció en un terrible accidente aéreo.
Hablar del mayor defensor del ecologismo y de la vida y la fauna no sólo en España, sino en el mundo entero no es fácil. Ayer se cumplido un aniversario doble, tristemente. Ayer, Félix hubiera cumplido 95 años. Y ayer, fatalidades del destino, se cumplieron 48 años de su fallecimiento. Era uno de los hombres más conocidos y queridos de su tiempo, pero algunos datos de su biografía son desconocidos por muchos de los seguidores de su trayectoria.
Si definimos su biografía a grandes rasgos nos tropezamos con diferentes pinceladas que nos dan una idea global de quién era este gran naturalista que fue el mayor defensor de la naturaleza en todo el planeta.

Su afición por la naturaleza comenzó en las excursiones campestres que realizaba en su localidad natal, Poza de la Sal. En una de ellas observó como un halcón capturaba un pato, y ahí nació su pasión por la cetrería.
Gracias a la cetrería, y seguramente a su desparpajo, logró enamorar a la que sería su esposa, la madre de sus tres hijas y una fiel colaboradora, amiga y admiradora. La conoció en una fiesta y, según relató ella misma en una entrevista en ABC, «me dijo que tenía halcones, yo le contesté que no me lo creía. Me llevó a su casa de campo y me los enseñó. Yo no sabía nada de eso, era una mujer de asfalto, una mujer de París».
Félix Rodríguez de la Fuente se licenció en Medicina por la Universidad de Valladolid. Tal vez la falta de interés académico le llevó a no ser un buen estudiante, pero su inteligencia y su facilidad de palabra le hizo destacar en las pruebas orales, donde logró las más altas calificaciones. En 1957 se graduó en Estomatología en Madrid y consiguió el Premio Extraordinario Landete Aragó, que lleva el nombre del pionero de esta especialidad en España. Practicaba varios deportes y llegó a ganar el campeonato universitario de 400 metros lisos.
En 1962 el Gobierno español le encargó capturar dos halcones peregrinos para ofrecérselos como regalo al rey Saud de Arabia Saudita, donde viajó para entregárselos. Este monarca En 1964, y tras ganar una competición de cetrería, Televisión Española le invita a un programa. La pasión y oratoria que demostró en la entrevista, mientras portaba sobre su puño enguantado al imponente halcón, enamoraron al público y a la cadena, que le contrató para colaborar en el programa ‘Fin de semana’. le financiaría años más tarde el rodaje de su primer documental, titulado Señores del espacio y dedicado, cómo no, a la cetrería.

En 1964, y tras ganar una competición de cetrería, Televisión Española le invita a un programa. La pasión y oratoria que demostró en la entrevista, mientras portaba sobre su puño enguantado al imponente halcón, enamoraron al público y a la cadena, que le contrató para colaborar en el programa ‘Fin de semana’.
Su última aparición en televisión fue en el programa ‘625 Líneas’, antes de emprender su viaje a Alaska. Con esta hembra de halcón había sido portada de ABC el 21 de octubre de 1964. Este ave rapaz había obtenido la máxima puntuación en las Jornadas Internacionales de Cetrería, que se celebraron ese año en el coto guadalajareño de Loranca de Tajuña. El burgalés llamó a su halcón Durandal, tal vez para rendir un homenaje a la espada de Roldán, paladín y sobrino de Carlomagno. En El Bierzo existe la leyenda de que la espada de Roldán se encuentra en el lago de Carucedo, cerca de Las Médulas. Otra versión apunta a que el caballero leonés Bernardo del Carpio, tras vencer a Roldán, se quedó con la espada con la que sería enterrado a su muerte en Peña Longa, en la localidad palentina de Aguilar de Campoo.
Fue un defensor a ultranza del lobo. En 1965 consiguió dos lobeznos a los que salvó de morir apaleados en un pueblo. Los crió y estudió ayudado por su mujer. Les llamaron Rómulo y Remo y, según relata su viuda, «con ellos aprendí a ser madre, porque les daba el biberón cada dos horas. Fueron mis primeros hijos». Félix intentó que este animal dejara de ser visto como un enemigo natural del hombre y de la ganadería.

Odiaba volar y se cambió de avioneta porque en la que tenía previsto rodar la carrera de trineos tirados por perros más importante de Alaska había sufrido una pérdida de aceite. Antes de subir al aparato que finalmente sufrió el accidente dicen que comentó en alto: «Qué lugar más bello para morir». Su viuda aseguró días más tarde que antes de salir de viaje hacia Alaska, Félix le había firmado un poder. «Fue la primera vez que hizo algo así. Yo creo que tuvo un presentimiento. Anteriormente se había ido en un sinfín de viajes y nunca había pasado nada parecido», argumentó refiriéndose a la firma del documento.
Uno de los cámaras que falleció al estrellarse la avioneta, concretamente Alberto Mariano Huéscar, ya había sufrió un accidente anterior grabando otro programa con Félix Rodríguez de la Fuente. Estuvo un año de baja. Las agencias que informaron de la noticia se confundieron con el nombre del piloto fallecido. Aseguraban que era Peter Lang, de 36 años, cuando su nombre era Warren Dobson, uno de los mejores pilotos de Alaska. Quienes le conocían aseguraban que, tal vez, a una mayor altura se hubiera podido hacer con el aparato, evitando el accidente. También hubo una pequeña confusión con la fecha de la muerte. El accidente se produjo a las 12.30 horas del 14 de marzo, hora local en Alaska y las 23.30 de España (existen once horas de diferencia). Unas horas después, se dio a conocer la muerte en su país natal. Como ya era un nuevo día, llegó a existir la confusión de que había muerto en la jornada del 15 de marzo.
El mismo año en el que fallecía Félix Rodríguez de la Fuente, el dúo Enrique y Ana lanzaba una de las canciones más exitosas de su carrera: ‘Mi amigo Félix’. Este tema siempre estará relacionado con el naturalista, aunque sin lugar a dudas, la música que puso la banda sonora de su vida fue la sintonía de ‘El hombre y la Tierra’, creada por el compositor y músico español Antón García-Abril.
(Fuente: arqmauh)
Pero más allá de estos detalles, digámoslo así. La figura de Félix Rodríguez de la Fuente es fuente inagotable de conocimiento de la naturaleza y del mejor ecologismo. Es evidente. fue mucho más que un gran comunicador que convirtió su afición por la naturaleza en una forma de entender la vida. Su capacidad para cambiar la visión que la sociedad española de la década de 1970 tenía de los animales y la naturaleza lo convirtió en un fenómeno mediático.

Con su talento, Rodríguez de la Fuente consiguió poner a la fauna ibérica en el foco de atención. Zoólogo, biólogo autodidacta, expedicionario, guía, realizador de documentales y de programas radiofónicos, y escritor, Rodríguez de la Fuente fue posiblemente el primer ecologista español en convencer con su oratoria a cientos de miles de personas.
Rodríguez de la Fuente era una persona cercana que transmitía una gran pasión y seguridad. Su característico timbre de voz, su tono y la forma de acentuar las palabras, sus explicaciones didácticas, sus reflexiones y sus documentales pioneros no han pasado de moda a pesar de los años transcurridos. Pero ni siquiera un personaje legendario como él se ha librado de las críticas. Algunos le acusaron de rodar escenas con animales “troquelados”, es decir, acostumbrados a la presencia humana.
Entre 1973 y 1980, Rodríguez de la Fuente realizó su serie más famosa y por la que siempre será reconocido y recordado: El hombre y la Tierra. Una serie que pasará también a la historia de la televisión gracias a su sintonía de tambores compuesta por Antón García Abril, sus imágenes de un sol incandescente que surge por el horizonte y la interacción entre humanos y animales.

La serie, de 124 capítulos, estuvo dividida en tres partes: ibérica, sudamericana y norteamericana. La serie ibérica constó de tres partes y de una cuarta que quedó inacabada. La dedicada a la fauna de Sudamérica se grabó en 1973 en Venezuela, concretamente en Los Llanos, el Orinoco y el Amazonas, y, aunque en principio solo se iban a rodar ocho capítulos, finalmente se rodaron 18.
Fue precisamente en el capitulo 3 de la etapa venezolana, titulado Operación anaconda, cuando Félix Rodríguez de la Fuente casi perdió la vida en el transcurso del rodaje, cuando él y su equipo trasladaban una gigantesca anaconda entre el barro para salvarla, cuando la enorme serpiente se volvió hacia él y a punto estuvo de propinarle un mordisco que hubiera sido letal. Por último, de la serie norteamericana sólo se pudo filmar la parte canadiense y dos capítulos en Alaska. La serie fue todo un reto cinematográfico debido al peso de los equipos y a la dificultad para transportarlos al filmarse todos ellos en 35 milímetros.
Por todo ello, y por mucho más, Felix Rodríguez de la Fuente, su obra, y su proyección sigue presente en la retina de muchos españoles que hoy tenemos la obligación de mostrar a las generaciones venideras que una naturaleza y un ecosistema mejor son posibles. Sin envolvernos en bandera alguna. Únicamente en la de la educación y el respeto. a nuestro medio ambiente.
(Fotografía de cabecera: Confidencial Digital)
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