¡Adiós a Laura Valenzuela, la matriarca de la mejor televisión!

Laura Valenzuela nos dejó el pasado viernes a los 92 años. Era la gran dama del cine y la televisión españoles de la segunda mitad del siglo XX. Pero también era la matriarca de una generación de actores y actrices que, poco a poco nos están dejando. Con su marcha, poco a poco se va perdiendo una parte de nuestro mejor cine español de las últimas décadas.
Todos tenemos en la mente nombres como Ana Belén, Concha Velasco, Lola Gaos, Paloma Hurtado, Lidia San José, Rafaela Aparicio, Nuria Espert, Lola Herrera, Maria Galiana, Carmen Maura, Loles León, Charo López, Luisa Gavasa, Julia Gutiérrez Caba, Marisa Paredes, Bibiana Fernández, Julieta Serrano, Mary Carrillo, Alicia Hermida, Chus Lampeave, Florinda Chico, Amparo Rivelles, Aurora Bautista, Amparo Soler Leal, Verónica Forqué, Carmen Sevilla, Imperio Argentina, Tina Sainz, Mónica Randall, Emma Penella, María Luisa Ponte, Victoria Abril, Amparo Baró, Gracita Morales, Belén Rueda, Sara Montiel, Angela Molina, Ana Duato, Terele Pávez, Assumpta Serna, María Luisa Merlo, Rosa Maria Sardà, Teresa Gimpera, Laly Soldevila, María Asquerino, Paquita Rico, Marujita Díaz, Asunción Balaguer, Fiorella Faltoyano, Beatriz Carvajal…

Pero también hay que poner en valor nombres de actores con los que Laura convivió y trabajó. Actores cuyos nombres todos tenemos en la cabeza. Nombres como Pepe Sacristán, José Luis López Vázquez, Agustín González, Manuel Alexandre, Fernando Rey, Paco Rabal, Fernando Fernán Gómez, Juan Luis Galiardo, José Isbert, Rafael Alonso, Paco Martínez Soria, Antonio Ferrandis, José Bódalo, Antonio de la Torre, Juan Diego, Ismael Merlo, Juanjo Menéndez, Juan Diego Botto, Alberto Closas, Imanol Arias, Lluís Homar, Alfredo Landa, José Sancho, Antonio Resines, Tony Leblanc, Juanjo Puigcorbé, José Sazatornil, Juan Echanove, Tito Valverde, Josep Maria Pou, Luis Ciges, Jose Coronado, Fernando Guillén, Adolfo Marsillach, Miguel Rellán, Carlos Larrañaga, José María Rodero, Antonio Ozores, José Luis Ozores, Luis Escobar, Héctor Alterio, Sancho Gracia, Álvaro de Luna, Guillermo Toledo, Emilio Gutiérrez Caba, Fernando Guillén Cuervo, Alfonso del Real, Manolo Gómez Bur, Manuel Zarzo, Guillermo Montesinos, Ángel de Andrés, Jesús Puente, Gabino Diego…
Sin ninguna duda, Laura Valenzuela era la matriarca de todos ellos; y de muchos más. Como todas las matriarcas, era jovial y divertida. Con una personalidad arrolladora, estábamos ante una persona espontánea, campechana, capaz de improvisar y de cambiar de registro para presentar cualquier formato, especialista en directos. Todo eso y mucho más que ahora se exige a una presentadora de televisión. Eso que tan difícil resulta de encontrar… Todas esas cualidades las tenía Laura Valenzuela en 1956, cuando debutó en TVE desde los míticos estudios del Paseo de La Habana.

Llegó a la televisión por casualidad, porque Mariano Ozores le comentó que se presentara a una prueba. Ella pasó destacando por su elegancia y porque apenas se equivocó; algo imprescindible en alguien que debía hacer cámara en riguroso directo. Y como la tele de entonces era en blanco y negro, pensaron que lo mejor era teñirle el pelo de rubio para que sus facciones destacaran más. Así cambió su vida para siempre. Atrás dejaba sus estudios en la Escuela Central de Comercio y sus trabajos como administrativa, así como sus pinitos como modelo.
Fue en esa tele que se empezaba a colar en los hogares españoles donde aparece una joven sin experiencia ante la cámara. Desde el primer momento ya cautivó a todos por su desparpajo. Su primera prueba en el citado estudio de TVE del Paseo de la Habana la resolvió con soltura. Estaba presentando a un afamado bailarín, contaba en una entrevista a Antena 3 en el año 2012. El artista rompió la madera del tablao y ella para salvar la situación comentó a cámara que tan bueno era que bailaba “con un solo pie”.
Una de las anécdotas más divertidas, aunque en su momento a ella le hiciera poca gracia, se produjo en una tienda de moda en la que trabajaba y en la desfiló con un vestido del que se encaprichó una de las clientas más importantes. Por alguna extraña razón, ambas protagonizaron un encontronazo que le costó el puesto de trabajo. La clienta era Cayetana Fitz-James Stuart, la duquesa de Alba.

Durante años, todos los españoles la conocían como Laurita, debido a la familiaridad y el cariño que despertaba. Cuando el 12 de octubre de 1968 estrenó ‘Galas del sábado’ junto a Joaquín Prat, nadie imaginó que acababa de nacer la primera gran pareja de nuestra televisión. Era tal la química entre ambos que se daba por sentado que también eran pareja sentimental.
Sin embargo, el corazón de Laura estaba entregado al productor José Luis Dibildos. Lo suyo no fue un flechazo sino un romance hecho a fuego lento. De hecho, antes de casarse, ella trabajó en diversas películas de la productora con un contrato que ella misma redactó: Laura se quejaba de la tacañería del que sería su marido, aunque logró firmar 13 películas del tirón, y aprovechando que su secretaria no había ido a trabajar, tiró de su experiencia como administrativa y organizó los papeles para que los firmara ahí mismo.
Tras la boda en 1971, ella lo dejó todo en el culmen de su carrera (había sido la única presentadora española del Festival de Eurovisión) para cuidar de él y de su hija, Lara, que le ha dado dos nietos con los que Laura ejercía encantada de abuela. Con la llegada de las cadenas privadas, Valerio Lazarov la convenció para regresar, algo que hizo pidiendo permiso a su marido, que se lo concedió porque sabía que su mujer echaba de menos la emoción del directo.
Como las grandes, quiso irse dejando en nuestra memoria el mejor recuerdo, diciendo adiós a los focos en 2012 tras recibir el Premio Toda Una Vida de la Academia de Televisión y retirándose a disfrutar del calor de los suyos.
No hay ninguna duda. Laurita representa un a parte de la mejor historia del cine y la televisión españoles del siglo XX. Su bohonomía y su ‘magia’ frente a la cámara se encargaron del resto. Pero el cine y la televisión no se hubieran escrito como lo henos vivido sin Laura Valenzuela. Su aportación es imprescindible.
Como señaló el viernes el conocido presentador Ramón García en la puerta del tanatorio, «se nos ha ido un referente». No cabe duda que, poco a poco, toda una generación de actores y actrices van desapareciendo. Aquellos que nos han dejado el mejor cine español de comedia del siglo XX. Ese cine español de siempre que emocionaba, enganchaba, ilusionaba, enternecía y aleccionaba. Ese cine de grandes nombres, en el que siempre Laura Valenzuela ocupó el pódium.
Impactos: 9
Para comentar debe estar registrado.