El paludismo, una enfermedad no tan invisible
El paludismo (o malaria) es una enfermedad potencialmente mortal, presente principalmente en los países tropicales. Se trata de una enfermedad prevenible y curable. Pero sin un diagnóstico rápido y un tratamiento eficaz, , un caso de paludismo no complicado puede evolucionar a una forma grave de la enfermedad, que a menudo es mortal si no se trata.
Estamos ante una enfermedad no contagiosa. Tampoco es transmisible de una persona a otra. La enfermedad se transmite por la picadura de mosquitos Anopheles hembra. Cinco especies de parásitos pueden provocar paludismo en el ser humano, dos de las cuales, Plasmodium falciparum y Plasmodium vivax, constituyen la mayor amenaza.

Casi la mitad de la población mundial está expuesta a enfermar de paludismo. Se calcula que 247 millones de personas de 85 países contrajeron el paludismo en 2021. Ese mismo año, la enfermedad se cobró más de 600 mil vidas.
Algunas personas son más propensas que otras a desarrollar una forma grave de paludismo. Los lactantes y los niños menores de 5 años, las mujeres embarazadas y los pacientes con VIH/sida están particularmente expuestos. Otras personas extremadamente expuestas a contraer la enfermedad son aquellas que entran en la zona geográfica con transmisión intensa de paludismo sin haber adquirido inmunidad parcial por exposición prolongada a la enfermedad. También aquellas personas que no reciben tratamiento quimiopreventivo, como los migrantes, las poblaciones móviles y los viajeros.
Los primeros síntomas del paludismo suelen darse entre 10 y 15 días después de la picadura de un mosquito infectado. Por lo general se tiene fiebre, dolor de cabeza y escalofríos. No obstante, estos síntomas pueden ser leves y es difícil atribuirlos al paludismo. En las zonas con paludismo endémico, las personas que han desarrollado una inmunidad parcial pueden infectarse pero no experimentar síntomas (infecciones asintomáticas).
La OMS recomienda un diagnóstico rápido de los presuntos casos de paludismo. Si el paludismo por Plasmodium falciparum no se trata dentro de las primeras 24 horas, la infección puede progresar a una forma grave, o incluso mortal. En adultos, el paludismo grave puede provocar una insuficiencia multiorgánica, mientras que en los niños a menudo se manifiesta en forma de anemia grave, dificultad respiratoria o paludismo cerebral. El paludismo humano provocado por otras especies de Plasmodium puede causar una forma grave, y potencialmente mortal, de la enfermedad.

El paludismo se puede diagnosticar mediante pruebas que detectan la presencia de los parásitos causantes de la enfermedad. Existen dos tipos principales de pruebas: examen microscópico de frotis de sangre y pruebas de diagnóstico rápido. Las pruebas de diagnóstico permiten a los profesionales de la salud distinguir el paludismo de otras causas de enfermedades febriles, lo que facilita la administración del tratamiento adecuado.
Las personas que no tienen inmunidad parcial al paludismo tienen un riesgo mayor de contraer la enfermedad. Ello incluye a los viajeros de países no endémicos que ingresan en zonas de alta transmisión, así como a las personas de países endémicos que viven en zonas donde hay poca o ninguna transmisión.
Dado que a menudo los síntomas no se presentan hasta 10 o 15 días después de la infección, puede que los viajeros regresen a su país de origen sin mostrar signos de la enfermedad.
Como tratamiento preventivo antes de viajar a zonas endémicas se puede utilizar la quimioprofilaxis. Cuando se combina con el uso de mosquiteros tratados con insecticida y la aplicación repetida de un repelente tópico para prevenir las picaduras de mosquitos, la quimioprofilaxis reduce significativamente el riesgo de infección. Si una persona ha recibido quimioprofilaxis como medida preventiva y no obstante es infectada, en su tratamiento no se debe utilizar el mismo medicamento.
Hoy, Día Mundial del Paludismo, la pregunta sería: ¿se puede erradicar? Éste sería el deseo de la propia OMS y de todos los grupos de investigación que, a diario, trabajan por su erradicación.
Los países donde el paludismo es endémico se encuentran en diferentes fases del camino que lleva a la eliminación. La tasa de progreso depende de la solidez del sistema nacional de salud, el nivel de inversión en estrategias de eliminación del paludismo y otros factores, incluidos los determinantes biológicos, el medio ambiente y las realidades sociales, demográficas, políticas y económicas de cada país en particular.

En los últimos veinte años se han logrado avances significativos hacia la eliminación del paludismo. Según el último Informe mundial sobre malaria, 27 países registraron menos de 100 casos de la enfermedad en 2020, frente a 6 países en 2000.
Los países donde durante por lo menos tres años consecutivos no se ha registrado ningún caso autóctono de paludismo (un caso contraído localmente sin datos de importación de otro país endémico) pueden solicitar a la OMS la certificación de la eliminación del paludismo. Desde 2015, once países han recibido la certificación del Director General de la OMS de que están exentos de paludismo. Me refiero a Maldivas, Sri Lanka, Kirguistán, el Paraguay, Uzbekistán, la Argentina, Argelia, El Salvador, China, Azerbaiyán y Tayikistán.
Ciertamente, el paludismo es una enfermedad que hay procurar erradicar cuanto antes. Se necesita recursos para investigación, para tratamientos preventivos, y para concienciación de la población. Las bases fundamentales para aniquilar cualquier enfermedad. O sea, un trabajo entre todos. Una estrategia que últimamente no está de moda.
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