Los pacientes no son mercancias de los mercados persas
A las puertas de una jornada electoral, el Gobierno nos sale con otra medida de esas, de chocolate y mermelada. Esta vez intenta comprar votos de los pacientes oncológicos. Nos sale con el anuncio que protegerá el derecho al olvido oncológico.
Esa medida, que es bienvenida, en este momento huele a electoralismo de naftalina. Esa medida era una reivindicación histórica del movimiento asociativo de pacientes. Pero es ahora en medio de una campaña electoral cuando sale Pedro Sanchez adoptando esta medida ejerciendo de Juan Tamariz. Una vez más, haciendo el ridículo.
Partiendo de la base de que esta medida era absolutamente necesaria, llega muy tarde. Y llega tarde simplemente porque los pacientes no son mercancía que se compre o se venda en los mercados de las elecciones. El PSOE cree que sí. Pero se equivoca.
Insisto: me alegro muchísimo de que se reconozca el derecho al olvido de los enfermos oncológicos. Pero no, los enfermos oncológicos (como los aquejados con cualquier otra patología) no están exhibiéndose a la espera de una ruleta de mercadeos electorales.
Por supuesto que era absolutamente necesario anular todas las cláusulas basadas en los «antecedentes oncológicos» que excluyan o que discriminen a la hora de contratar productos o servicios. De esta manera se evitará que se puedan tener en cuenta para imponer condiciones más gravosas en los contratos de seguros. También se establecerá el derecho a no declarar que se ha padecido cáncer cuando vayan a contratar un seguro vinculado a un préstamo hipotecario.
Este derecho es un derecho fundamental de los pacientes. Por tanto se tenía que haber aplicado hace muchísimo tiempo. Por eso llega tarde, porque se tenía que haber de protegido mucho antes. ¿O acaso sólo tenemos enfermos oncológicos desde el día 12 de mayo? Pues eso…
Es evidente que asociaciones como la AECC o la Federación Española de Padres de Niños con Cáncer vean con muy buenos ojos esta decisión que catapulta a nuestro país a la vanguardia de Europa siguiendo la estela de países como Francia, Bélgica, Países Bajos, Portugal, Italia y Rumanía. Pero como muy acertadamente señala Sandra Ibarra, presidenta de la Fundación Sandra Ibarra de Solidaridad Frente al Cáncer, «es la mejor noticia en mucho tiempo. Llevamos años peleando por esto y por fin cobra forma. Tras la proposición del PSOE llega el compromiso del Gobierno. Los supervivientes tenemos hoy algo que celebrar». Se lleva muchos años peleando por esta reivindicación.
De igual modo que no tiene ningún sentido que las personas que padecen fibromialgia tampoco puedan contratar un seguro médico. Otra vergüenza más…
En España hay más de dos millones de personas a las que se les ha diagnosticado un cáncer a lo largo de su vida. El derecho al olvido no es el único problema al que se enfrentan. Necesidades sociales crecientes, soledad no deseada, problemas laborales y necesidades sanitarias específicas hacen que la dimensión de los problemas de este colectivo sea más grande en una sociedad, como la española, cada vez más envejecida.
Sin ir más lejos, la pérdida de trabajo, y la cada vez más complicada reinserción laboral, son aspectos críticos para los largos supervivientes. Según datos de la AECC, el 21% ha tenido que dejar de trabajar por la enfermedad y un 14% ha tenido que cambiar de trabajo a consecuencia de ella. En este sentido, se considera necesario facilitar la reinserción laboral del paciente incentivando fiscalmente a las empresas que faciliten la vuelta al trabajo, permanencia o acceso a un puesto de trabajo, y la conciliación y flexibilidad laboral de los cuidadores de pacientes.
El derecho al olvido oncológico es una reivindicación histórica de las asociaciones de pacientes en España, que junto a Malta e Islandia, son los únicos países de la Unión Europea donde aún no está garantizado. Aunque la fecha límite fijada por el Parlamento Europeo para que los Estados miembros lo incorporen en su legislación es 2025. El objetivo, según consta en la resolución de Bruselas, es tratar de “garantizar este derecho “a todos los pacientes europeos diez años después del final de su tratamiento y a más tardar cinco años después del final del tratamiento para los pacientes cuyo diagnóstico se haya realizado antes de los 18 años”.
Por todos estos motivos, aunque la medida es bienvenida, y llega tarde, no deja de tener un aroma electoralista que la empaña y la reconvierte en una decisión kafkiana. A ver si alguno que pisa moqueta (y vuela en falcón) se entera de que los pacientes no son cromos que se intercambian o se compran y venden en el mercado electoral. Merecen un respeto. El que él jamás ha tenido con los españoles en su conjunto.
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